jueves, 27 de abril de 2017

La leyenda de la Perla del Dragón

Hace ya muchos años, vivió en la isla de Borneo un dragón que habitaba en lo alto el monte Kinabalu. Este dragón era pacífico, solitario y no perturbaba a nadie de la isla.

Tenía por costumbre cada mañana, ponerse a jugar con una brillante canica que todos codiciaban, pues claro, era una perla. El dragón la lanzaba al aire y se divertía recogiéndola con la boca.

Muchos habían intentado robarle su tesoro pero como todo dragón receloso de sus posesiones, la guardaba con mucho cuidado.
 
El Emperador de China en su afán por conseguir aquella piedra preciosa, llamó a su hijo y le dijo que esa perla debía formar parte del tesoro imperial.

Así es que el Príncipe se armó de un ejército con los mejores hombres y luego de semanas de viaje y travesías, llegó a las costas de Borneo.

Pasó un tiempo antes de que al joven príncipe se le ocurriese un plan para robar la perla al dragón.

Llamó a sus hombres y les dijo que necesitaría una linterna redonda de papel y una cometa tan resistente que pudiese soportar su peso en el aire.

Así es que sus hombres se pusieron a trabajar primero en la linterna, y luego de una semana lograron terminar una hermosa cometa capaz de resistir el peso de un hombre.

Al anochecer, cuando el suave viento comenzaba su recorrido de rutina por la isla, el príncipe se montó en la cometa y se elevó por los aires. Al ser tan oscura la noche el príncipe volaba sin temor a ser visto, y bajó en lo alto del monte, deslizándose luego dentro de la cueva. Sigilosamente se acercó al dragón que yacía dormido y con mucho cuidado quitó de sus garras la perla y en su lugar colocó la linterna. Volvió a montarse en su cometa y a surcar el cielo emitiendo una señal de luz, por lo que sus hombres comenzaron a recoger la cuerda del cometa hasta que su líder pisó tierra firme.

Emprendieron el regreso a sus tierras en barco aprovechando esa misma noche que el viento estaba a su favor.

Cuando el sol anunciaba un nuevo día, el dragón se despertó y buscó su perla para jugar, como todas las mañanas. Entonces descubrió que le habían robado su piedra y comenzó a lanzar llamas de ira; se lanzó monte abajo para perseguir a los ladrones, pero no encontró señales de ellos en la isla.


Fue entonces que divisó un junco chino que navegaba rumbo a alta mar.

El dragón se tiró al agua y nadó velozmente hacia el barco conforme reclamaba a gritos que le devolviesen su pertenencia.

Los marineros estaban muy asustados, pero su líder se mantenía firme y confiado. Ordenó que preparasen los cañones y que hicieran fuego.

El dragón oyó el estampido del disparo y vio una nube de humo salir del barco: una bala de cañón se aproximaba a él. Era tan redonda y brillaba a la luz del sol igual que su tesoro.

El dragón pensó que le estaban devolviendo la perla por lo que abrió la boca y se tragó la bala. Era tanto el peso de ésta que la bestia se hundió en el mar y nunca volvió a aparecer.

Desde aquel día, la perla del dragón fue la joya más preciada del tesoro imperial de China


lunes, 18 de noviembre de 2013

La iglesia de las 40.000 calaveras. Osario de Sedlec


La historia se remonta al año 1.142 cuando un noble, en mitad de un viaje desde Praga a Moravia, se detuvo a descansar en las inmediaciones de un bosque. Tal era su cansancio que quedó profundamente dormido y en sus sueños se le apareció un pájaro que se metió en su boca y le dió la idea de fundar un monasterio en ese lugar. Así el noble se puso en contacto con los monjes de la orden cistercense de Waldassen, en Bavaria.
En 1278, el abad del monasterio, Jindrich, fue enviado a Tierra Santa de donde se trajo tierra del Gólgota para dispersar por el cementerio. A raiz de esto se consideró aquel lugar santo y que quien descansará después de muerto en sus tierras, alcanzaría el cielo.
La peste negra de principios del siglo XIV provocó la muerte de más de 30.000 personas y hacia el siglo XV unos 500 monjes murieron en el interior del monasterio debido a las guerras husitas. De este modo, aumentaron considerablemente la cifra de entierros en el lugar. Llegó un momento en que el campo santo no permitió el entierro de nadie más al haber tal cantidad de cadáveres.
Fue entonces cuando empezaron a usarse los huesos de los allí enterrados para decorar la iglesia.




En 1870, František Rint, un tallista de madera, fue contratado por la familia Schwarzenberg para poner los montones de huesos en orden. Los macabros resultados de su trabajo hablan por sí solos. Una enorme lámpara de araña, que contiene al menos una unidad de cada hueso que forma el cuerpo humano, cuelga del centro del nave junto a las guirnaldas de cráneos que cubren las bóvedas

martes, 19 de marzo de 2013

Medusa


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Medusa (del griego Médousa que significa guardiana o protectora) era la única mortal de las tres górgonas hijas del dios marino Forcis y el monstruo acuático Ceto. Vivía en el Océano occidental.
De acuerdo con la mitología griega, Medusa era una hermosa mujer que tuvo relaciones con Poseidón en el templo dedicado a Atenea (la diosa de la guerra) y cuando ésta se enteró de la profanación, montó en cólera y decidió castigar a Medusa convirtiéndola en un monstruo alado; en un principio fue descrita como un caballo con alas, más adelante en una mujer con colmillos de jabalí, lengua negra, garras y cabellos de serpiente. Sin embargo, el aspecto de Medusa no era lo más aterrador, sino su mirada, que era capaz de convertir en piedra a cualquiera que se cruzara en su camino. Se dice además que la sangre de Medusa tenía el poder de reanimar a los muertos.
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Cuando Medusa estaba embarazada del hijo de Poseidón, Perseo —ayudado por Atenea y Hermes que le dieron las sandalias aladas, el casco de la invisibilidad de Hades, una espada y un escudo—, la decapitó y de su sangre nació Pegaso y el gigante Criasor. Perseo utilizó su cabeza para matar a Cetus y rescatar a Andrómeda, posteriormente se la regaló a Atenea que la colocó en su escudo.

lunes, 2 de julio de 2012

La diosa Cibeles



La historia de la diosa Cibeles se remonta a tiempos antiquísimos, por allá por el siglo V a.c. y desde donde se pierde en la memoria de los hombres.
Cibeles es el principio femenino por excelencia y representa la fertilidad de la tierra. Hija del cielo y esposa de Saturno es considerada la “Magna Mater”
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La vida de esta diosa, sin embargo, está signada por crudas pasiones, enconos y sangre. Son muchas las versiones que existen de estos mitos y también hay numerosas variantes.


Una de ellas es la historia que da lugar al origen de los dos leones que tiran de su carroza. Cuentan que ellos son Atalanta e Hipómedes.
Atalanta era una joven sumamente bella y su hermosura era superada solamente por su velocidad; por lo tanto, para huír del matrimonio que a menudo le requerían sus pesados e incidiosos admiradores, retaba a sus pretendientes a una carrera pedestre que, por supuesto, ninguno podía ganar.
Hipómedes era también un bellísimo hombre y mucho más astuto que veloz. Confuabulado con Afrodita aceptó el reto. Dicen las comadres del lugar, que al verlo a Hipómedes, Atalanta ya no tuvo ganas de correr más que a su encuentro; pero orgullosa ella, igual lo retó al desafío. Mientras de desarrollaba la competencia, el malicioso caballero iba tirando unas hermosas manzanas doradas que le consiguió Afrodita y cuando la gacela se entretenía juntándolas, él iba adelantado camino hasta salir victorioso y quedarse entonces con la dama.
Al parecer la pareja, presa de su propio frenesí se olvidó de homenajear y alabar a Afrodita como ella lo esperaba, por lo que enceguecida de rabia les duplicó el don de la pasión de manera tal que ninguno podía despojarse del deseo constante e incontenible de poseer al otro. Así lo hicieron guarneciéndose en un templo consagrado a Cibeles y sin la más mínima vergüenza. La diosa, al ver que mancillaban su casa planeó un tremendo castigo: los convirtió en leones y los unció a su carro, condenándolos a que nunca más puedan tocarse y ni siquiera verse. Mientras tanto Afrodita reía.