La constelación de la Corona Boreal tiene su origen en una de las varias versiones que hay del mito de Ariadna, diosa de Grecia.
En Creta, encerrado en el Laberinto, habitaba el monstruo divino Minotauro, al que el dios Minos debía alimentar anualmente con 14 jóvenes de Atenas (siete varones y siete mujeres). Teseo se ofreció voluntario con la intención de acabar con el Minotauro y liberar así a los atenienses. Cuando llegó a Creta, la diosa Ariadna se enamoró de él y le proporcionó los medios que precisaba para matar al monstruo, más un rodete de hilo para extenderlo por el Laberinto a fin de tener luego una guía para la salida. Teseo venció y, al regresar a Atenas, se llevó consigo a Ariadna. En el trayecto hicieron un alto en la playa de Naxos, en la cual Ariadna se quedó dormida mientras Teseo permanecía en el navío.
En esta situación, Teseo recibió una orden de la diosa Minerva para que de inmediato zarpara en dirección a Atenas, con lo cual Ariadna quedó abandonada en Naxos, presa de desconsuelo. Acudió en su ayuda la diosa del amor, Afrodita, proponiéndole su boda con Baco, el dios del vino y del delirio. Éste le regaló una corona de oro y pedrería forjada por Vulcano, pero Ariadna, profundamente enamorada de Teseo, no pudo soportar el ofrecimiento y se suicidó.
Baco, al verla muerta, cogió su corona y la lanzó a los cielos a fin de perpetuar su memoria. Desde entonces las perlas de la corona son las estrellas de la Corona Boreal.
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